En instancias de comunicación permanente, donde nos vemos atravesados por la catarata de información de manera constante y ésta debe ser de nuevo filtrada por nuestro entendimiento tras el tamiz del medio del cual la recibimos, es interesante ver la conexión que los incluye, -nos incluye- en un círculo que puede ser problemático y sin embargo necesario.
La tensión Medios de comunicación – poder político no es nueva, por algo se establece la noción de los medios como el “Cuarto poder” a fin de casi equiparar el peso de uno y otro.
Frente a los medios estamos los ciudadanos, usuarios que elegimos siempre qué ver, qué oír. Estos que no vivimos de la política pero a quienes nos importa la política y sobre todo qué hacen los políticos con nuestros recursos.
Existe un término del cual resulta incómodo hablar pero es real, se da y es parte de la política misma: la manipulación. No es nuevo, por el contrario es sabido y cada vez tenemos mayor conciencia de que los medios si, “operan”. Tienen intereses, incluso antes de “los k” y su pelea con el Grupo Clarín lo sabíamos, a esta altura pocos lo desconocen. La política es un arte y depende de quien la use o ejerza puede utilizarla para el bien o no. A la larga o a la corta, la política se mancha.
Algunos analistas sociopolíticos se encargan de señalar esta manipulación que guarda relación con los ribetes del propio juego político. Ni propio de una gestión, ni exclusivo de nuestro país en particular, se trata de una tendencia que se reproduce a nivel político mundial. Son estrategias que son o pueden ser utilizadas por los equipos de gobierno, los que ejercen el gobierno en términos amplios, la oposición y el oficialismo, con el manejo de los medios de comunicación a fin de dar a conocer una imagen, idea o discurso especifico que quiera que se dé al público.
Mucho se enuncia la estrategia de distracción, la cual consiste en el intento por desviar la atención del público de los problemas y de decisiones importantes que se van tomando mediante la inundación de informaciones menos significativas o de otra índole. Es lo que el kirchnerismo dice que hace el gobierno nacional a través de la justicia en contra de su gestión.
Poca posibilidad de distracción tiene el gobierno nacional teniendo a una sociedad entera siguiendo de cerca los pasos políticos. Muestra de un renovado interés político es el aluvión de programas que tienen como eje el tratamiento de cuestiones en relación a este ámbito. Poco margen le resta a este gobierno que nace con mochilas cargadas de reclamos políticos a toda la dirigencia política en general.
Hay que evitar la mirada ingenua sobre la relación política y medios, así como reconocer que tanto oficialismo como oposición tienen a mano el elemento estratégico de lanzar noticias a modo de distracción.
Los medios recogen información y muchas son resaltadas de manera específica en función de la importancia que le da el propio usuario en algunos casos, el mismo medio en el intento por establecer prioridades, en otros.
Como medios y personas que trabajamos en los medios tenemos el desafío y la responsabilidad de dar la información mientras como ciudadanos tenemos la posibilidad de razonar por nosotros mismos y sacar las conclusiones en cada caso.
Por parte de quienes nos gobiernan parece haber una lucha encarnizada por demostrar cada sector que el otro está en falta. Que el otro tiene cosas turbias. Resulta una cuestión personal poder resolver en qué creemos. Más allá incluso de la manipulación que nos subsiste. Y los medios deben resolver la fricción de manera tal que no se vea afectada la credibilidad del mismo, su mayor capital, de la que vive y sin la cual no perduraría, después de todo es necesaria la existencia de los medios de comunicación en una sociedad que pretende estar informada y tiene derecho a tener el acceso a dicha información.