Japón dio un nuevo golpe en el Mundial y derrotó a la Colombia de Pekerman

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Preocupaciones, lamentos, cuestiones a revisar y resultados insatisfactorios les está dejando a los directores técnicos argentinos la primera fecha del Mundial. José Pekerman fue el último en debutar y se unió al balance negativo por el que ya pasaron Sampaoli, Cúper, Gareca y Pizzi.
Mala noticia para Colombia haber perdido contra Japón , el rival supuestamente más endeble del grupo. Una caída imprevista, explicable porque Colombia quedó irreversiblemente condicionada desde que nació el encuentro. Un estreno para el olvido.
Pekerman, seguramente, preparó este partido desde bastante tiempo antes de que en marzo en Japón asumiera Akira Nishino, convocado de urgencia para reemplazar al despedido Vahid Halihodzic. Pero a veces el fútbol destruye en un minuto todos los planes concebidos. Fue lo que le pasó a Colombia con el peor comienzo posible en el Mundial. A los minutos, un rechazo en campo propio de Japón se transformó en un temible contraataque por la incapacidad de cortar en el medio y la lentitud con que el zaguero Davinson Sánchez se dejó ganar la posición por Osako; la cadena de despropósitos siguió con el penal que se vio obligado a cometer la “Roca” Sánchez al cortar el remate al gol con el brazo derecho. Penal, gol de Kagawa, el jugador japonés de más relieve internacional del plantel, y expulsión del volante colombiano -la segunda entre las más prematuras en los mundiales, luego de la del uruguayo Batista en 1986-,cuya tupida cabellera se asemeja a un casco. Todo en los dos primeros minutos, no podía imaginar Colombia un debut más desalentador.
Las preocupantes consecuencias para Colombia se vieron durante un buen tramo de la primera etapa. Quintero se retrasó para arrancar más cerca del otro volante central, Lerma. El nuevo escenario afectó al equipo de Pekerman: erraba pases, la pelota circulaba de manera morosa, tendía a desacomodarse atrás. Este no era el Mundial que Falcao había soñado para su primera experiencia, a los 32 años. El Tigre, poco asistido, quedaba enjaulado en el ordenado repliegue japonés.
Lo último que está dispuesto a sacrificar Pekerman en sus equipos es la consistencia y el equilibrio. Por eso, a los 30 minutos metió mano en el esquema: adentro el volante de Boca Wilmar Barrios para reamar el doble pivote central y afuera Cuadrado, que no encontraba espacios ni claridad para imponer su vértigo; sobre la derecha se recostó Quintero.
Era adverso el panorama para Colombia, necesitaba alguna situación puntual para desviar lo que globalmente no podía corregir. Y Falcao, un especialista en fajarse con los centrales y fabricar faltas, se inventó una cerca del área. Como si intuyera que ése era el momento, mientras se levantaba del piso, el Tigre agitó con sus brazos el aliento de los miles de compatriotas que estaban en las tribunas del Mordovia Arena. El capitán ejercía de líder de masas. Quintero trajo al Mundial la perspicacia de su último semestre en River: ejecutó el tiro libre por debajo del salto de la barrera, mientras el arquero Kawashima solo llegaba a la pelota cuando había traspuesto la línea.
Para cómo venía el partido, era un tesoro ese gol de Colombia. Le daba una vida que le estaba costando mucho conseguirse.
Ante lo que se presumía el partido más accesible de un grupo que también integran Polonia, Pekerman preservó a la figura del Mundial anterior, James Rodríguez, que se recupera de unas molestias musculares. Acordaron que ingresara en la última media hora; Quintero miró con atención el reloj del estadio cuando vio que el cartel del árbitro asistente le marcaba que a los 13 minutos debía dejarle su sitio al media-punta de Bayern Munich. Tenía ganas de seguir en la cancha el futbolista de River.
En ese lapso del partido, Japón ya era amplio dominador y Colombia se metía atrás a aguantar como podía, casi siempre con sustos. Se sucedieron las situaciones de gol para los nipones y el trabajo de Ospina se incrementó. El centro-delantero Osako, una pesadilla para Davison Sánchez y el resto de la defensa, marcó el gol de la victoria al conectar de cabeza un córner. A James solo le quedó un remate para intentar un empate del que Colombia estuvo lejos. Desde el minuto dos, el equipo de Pekerman supo que su ingreso al Mundial era un serio dolor de cabeza.