“Bailarina”: una heroína retoma la senda de John Wick

0
2

6 – BAILARINA
(Ballerina/Estados Unidos, 2025)
Dirección: Len Wiseman
Guion: Shay Hatten
Duración: 125 minutos
Intérpretes: Ana de Armas, Keanu Reeves, Anjelica Huston, Gabriel Byrne, Lance Reddick, Catalina Sandino Moreno, Norman Reedus y Ian McShane
Estreno en salas.

Que la primera John Wick se haya estrenado en la Argentina con el genérico título de Sin control es el síntoma más evidente de que nadie apostaba un mango por que fuera el principio de una de las sagas más redituables de la última década. Aquel comienzo sorpresivo, sin embargo, no fue obstáculo para que la historia del asesino obligado a volver al ruedo a raíz del robo de su auto y la muerte de su perrito (¡!) continuara recorriendo los caminos habituales de todas las fórmulas exitosas del Hollywood contemporáneo. Esto es, otras películas –en este caso, y sólo por ahora, tres– que ampliaron el universo inicial utilizando de manera deliberada las herramientas que la volvieron famosa. Vale pensar en Rápidos y furiosos, que pasó de ser una franquicia sobre picadas a otras sobre piruetas automovilísticas y hasta aéreas.

Bajo esa lógica se inscribe la llegada de la quinta entrega, que no es una continuación ni tampoco una precuela, sino un spin-off que opera como un derivado del tronco central de la trama y está protagonizado por una mujer que supo ser uno de los personajes secundarios de John Wick 3: Parabellum. La señorita en cuestión se llama Eve Macarro (Ana de Armas) y fue una de las sobrevivientes del ataque contra el clan Ruska Roma, al que pertenece Wick y compañía, en la tercera entrega.

Más pronto que tarde se sumará al grupo de asesinos a sueldo que operan en el hotel Continental, aunque primero Bailarina sobrevolará unos orígenes que la tienen dedicándose justamente al ballet clásico, lo que la dota de una elasticidad envidiable. Todo allí es puro sacrificio y sufrimiento. Pero el asunto no va por ahí. O, al menos, no es lo central, ya que las primeras escenas transcurren durante su infancia y la encuentran siendo testigo de cómo su padre es asesinado por un hombre con una cicatriz particular en el brazo. No tardará en descubrir que es la marca que señala a quienes pertenecen al clan rival. De buenas a primeras, y ya en el presente, decidirá que es hora de vengar a su padre yendo tras los pasos de quien lo asesinó (el gran Gabriel Byrne).

Diferencia central con John Wick: aquí el raid de piñas, patadas, disparos y piruetas está motorizado por uno de los típicos traumas de los héroes y las heroínas del cine de acción, como si Bailarina no pudiera entregarse a pies juntillas a la violencia estilizada y autoconsciente que caracteriza la saga y necesitara sí o sí que haya una motivación clara e identificable para la venganza. Si John Wick prescinde de todo tipo de psicologismo en su protagonista, al punto que nunca sabremos nada, aquí hay un intento de profundizar en los pliegues internos de Eve.

 

No es, desde ya, el mejor de los caminos, porque el realizador Len Wiseman –que reemplaza al alma mater de la saga, el doble de acción devenido en director Chad Stahelski– podrá ser muy bueno disponiendo la mesa para unas peleas que filma mediante planos más bien largos que respiran con ritmo propio, pero no tanto para delinear las aristas emotivas de Eve. Cuando la película se entrega a los enfrentamientos estilizados y deliberadamente artificiosos, el asunto funciona. Caso contrario, muestra lo que ocurre cuando una película de este estilo intenta pensar. Como aconsejaría Alejandro Dolina, “no pensés si no estás acostumbrado”.